viernes, 26 de septiembre de 2014

Rapsodia para una mujer



La conocí hace algunos años como La china, una mujer de barrio, de negocios y llena de expresiones populares. Vendedora de excursiones en Cubalandia, una isla marcada por su geografía, su bipolaridad monetaria, su gente. Ahora transformada en mulo que carga …comidas para atenuar el hambre, …toallas o ventiladores para un hospital donde tenemos internado algún ser querido, …televisores o muebles que necesitan remiendo, …pozuelos y bolsas de plástico por lo que pueda aparecer para armar la cena familiar; que carga además con la ruina de la casa, de la ciudad, del país (1).   
Mariela Brito es una artista de las tablas. Una mujer que se mimetiza en cada uno de sus personajes para entregarnos lo más puro de ellos. Solo basta su presencia sobre la escena donde ni la música, ni el diseño escenográfico son imprescindibles cuando se trata de su histrionismo actoral.
Merecedora, en 2011, de un Caricato en la categoría de mejor actuación femenina por su personaje de Yara (la china) en Cubalandia, el mejor lauro para la actriz es la satisfacción o el aplauso de un público que, aun cuando desconozca la génesis del arte teatral, será capaz de apreciar sus dotes para desarrollarse en escena.
Cargar, recoger y arrastrar son movimientos recurrentes en su última puesta Rapsodia para el mulo. La obra performática en la que Brito encarna al cuadrúpedo, símbolo de los avatares cotidianos de la gente de este pueblo, le sirven para reafirmarse doblemente. Unos pocos atrezos, una escenografía desprovista de elementos distractores y la ausencia de un lenguaje verbal, la convierten en su única y más importante protagonista. De ello habla cada parte de su cuerpo, herramienta que deviene elemento de comunicación con el espectador.
Sin embargo, el trabajo de esa cubana comienza mucho antes. No solo en los ensayos, sino también durante las horas que dedica a preparar psíquica y físicamente su cuerpo. He sido partícipe como caminante que asiduamente transita por la sede de la compañía El ciervo encantado y la encuentra en el portal, ingeniando quizás, cada detalle que atrapará luego a sus seguidores.
Apreciar su trabajo se convierte entonces en una motivación mayor que me obliga a cambiar mi simple rol de público y devenir en admirador de su obra. No es solo el teatro que nos invita a la reflexión y cuestionamiento  de nuestra realidad, detrás del que también está la impronta de otra mujer: Nelda Castillo. Es  también el desempeño actoral de Mariela capaz de salvar cualquier guión, personaje u obra. Rapsodias háganse para esa singular actriz y los versos o las notas serán insuficientes.    
(1) Tomado de las notas al programa  

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