viernes, 19 de agosto de 2016

Maritza le pone el estilo

Maritza Tomlinson Baugh no fue de esas niñas que aprendió a poner un cuadro o acomodar bien los espacios de la casa por un mandato del patriarcado o por un rol falsamente asignado a las mujeres. Encontrar el lugar exacto para cada objeto y visualizar cómo moverlo dentro de un área fue el don con que nació y que, años más tarde, devino su pasión por la decoración.
Graduada de Artes Escénicas en el Instituto Superior de Arte, estudió exhaustivamente la escena teatral. Sin embargo, en 1995, víctima de un peritaje médico, se vio obligada a retirarse del mundo de las tablas. En ese entonces, sin dejar de lado los conocimientos adquiridos, los sueños y las pasiones, se adentró en el universo de los hogares para decorar con su estilo cada rincón.
“Comencé de manera muy ingenua, pero poco a poco me fui haciendo imprescindible para algunas personas y amistades que buscaban mis criterios y opiniones. Eso hizo que empezara a profesionalizarme”, confiesa. De boca en boca, su trabajo llega a los lugares más inhóspitos y hoy cuenta con un equipo que ejecuta proyectos en viviendas y otras instalaciones.
Esta emprendedora revela que el arte de decorar consiste en poner en orden o mover armónicamente los elementos, para tener como resultado un ambiente atractivo y bello. En su quehacer, adora hacer cuartos porque le encanta ver las camas llenas de cojines y almohadas, o vestir con cortinas aquellos ventanales donde la madera o el hierro pueden resultar agresivos a la vista.
En esa actividad encuentra no pocos tropiezos relacionados, principalmente, con las posibilidades económicas de quienes la contratan. Declara que, en ocasiones, la clientela quiere hacer muchas cosas pero no siempre cuenta con el dinero suficiente. Sin embargo, hay quienes tienen objetos maravillosos e incluso valiosísimos pero están muy mal ubicados y cuando se reorganizan la inversión es mínima.

“La decoración es una profesión de lujo en cualquier lugar del mundo. En nuestro país el escenario se hace más complejo, pues confluyen necesidad, gusto y deseo y, en ocasiones, los deseos son más grandes que las posibilidades. Sin embargo, a pesar de las limitaciones, se ajustan las economías individuales para lograr un pedacito del hogar medianamente disfrutable. Hay quienes prefieren reducir presupuesto en necesidades vitales como vestir y comer, para tener una cama, un cuadro bonito o un cojín. Por lo general, la gente piensa que se necesitan muchos recursos, pero el cambio no necesariamente tiene que ver con la economía, sino con la disposición de los objetos”, detalla.
El desconocimiento de este tipo de actividad caracteriza a la empresa de decoraciones en Cuba, además de que la carencia de materias primas dificulta que exista una mayor diversidad de productos.
A esos retos se enfrenta diariamente esta emprendedora, a quien la ausencia de algún insumo le impone nuevos desafíos creativos. Para ella, las restricciones del mercado no significan el fin o la imposibilidad de realizar un trabajo.
Nuevas tendencias
Frente a la fuerte tendencia minimalista que hoy se reproduce en muchas casas o ambientes de trabajo, ella se siente totalmente caribeña y defiende esa cultura a ultranza. La inclinación a reducir lo esencial, las estructuras organizadas solo con elementos imprescindibles y la utilización de blancos y negros caracteriza el minimalismo en cuanto a interiores se refiere.
Tomlinson Baugh explica la importancia de complacer al cliente pero, de la misma manera que satisface sus necesidades, reconoce que nuestra gente es temperamental, vibrante y nuestra cultura está llena de colores y movimientos.
De allí que se sienta identificada con un estilo que se acerca más al Caribe. Comenta que la combinación del negro y el blanco es hermosa, pero siempre es preciso añadir un color que acentúe y rompa con la tranquilidad de esa mezcla que, en el caso del interiorismo,  puede ser con cualquier otro accesorio.
“El minimalismo resulta económico, pero siento a veces que somos extremistas. En algunos espacios vamos a la nada y me pregunto cómo se siente una persona en tales condiciones. Es como estar aislado. No quiere decir que no lo entienda o que no lo pueda poner en práctica, pero yo soy todo lo contrario”, indica.
¿Arte de mujeres?
Cuando se habla de la decoración de interiores, se asocia en el imaginario social como un empleo exclusivamente femenino. Tomlinson Baugh considera que los presupuestos que sustentan esa idea están relacionados con los roles que tradicionalmente desempeñan las mujeres dentro del hogar. Son ellas las que generalmente realizan los cambios, arreglos y se responsabilizan con la organización de la casa, y esa es la razón por la que se crean estigmas y estereotipos.
En contra de cualquier mandato que asocie únicamente a la mujer con este arte, Maritza reconoce la presencia de hombres en este oficio e incluso señala que, en una sociedad donde predomina la cultura machista, ha llegado a lugares en los que ellos sugieren las ideas o ponen el punto final a la decoración.
Dirigir con estilo

A cargo de un grupo de hombres que forman su equipo considera que, en el también arte de dirigir, han sido importantes la disciplina y el respeto, cualidades que  forman parte de su herencia familiar.
“Ser disciplinada y organizada me permite  llegar a la calidad que quiero como resultado de mi labor y mi equipo tiene bien claro eso. Trabajo con un grupo de profesionales con la suficiente experiencia para ejecutar un proyecto que quede bien, pues soy del criterio de que el cliente no puede descubrir que algo está mal. Ese es mi principio y como ellos lo conocen y hay respeto mutuo, todo fluye bien”, apunta.
Estar siempre en la posición del consumidor final y velar porque el producto tenga las condiciones óptimas es otro de sus preceptos. En su faena vela porque todos queden satisfechos y que con el paso del tiempo cada elemento decorativo preserve la calidad.
Futuro prominente
El escenario económico que hoy caracteriza a la isla demuestra la capacidad de emprender y crear que tienen las cubanas. “El futuro de este oficio, igual que el de cualquier otro, será prominente en la medida que respetamos a los demás más allá de beneficios económicos. En el camino se enfrentan
muchos retos, no siempre agradables o con resultados positivos, pero hay que seguir”, destaca.
Pese a las adversidades y la inexistencia de un mercado mayorista que permita a cuentapropistas adquirir las materias primas, todos los insumos que emplea en su trabajo los adquiere en el mercado nacional, aunque parezca ficción. Su genialidad está en utilizar objetos que se suelen desechar y convertirlos en grandes obras, como un reciente cuadro que confeccionó con alambres encontrados en un basurero. El día que abandonó el mundo teatral para adentrarse en los espacios vitales de cada persona a la que ha prestado sus servicios, Maritza Tomlinson Baugh no imaginó cuánta satisfacción traería a su vida este emprendimiento que llena de color y alegría una casa. El deleite de que sus clientes llamen otra vez, ver sus cortinas o cojines cuando ha pasado el tiempo, encontrar intactas las habitaciones que una vez vistió o hacer amigos por doquier son las motivaciones que le impulsan a continuar.
Cambiar los espacios y mover los objetos seguirá siendo el regalo con el que vino al mundo, el don con el que también otros aprenderán a mirar, sentir y amar sus hogares de forma diferente.