lunes, 3 de noviembre de 2014

El pas de deux de Air France y Havana Club



No solo danzan esta vez en el Festival de Ballet de La Habana, las diferentes compañías que cada año quedan atrapadas en la magia de zapatillas y tabloncillos. Bailan también, y no precisamente con movimientos sincrónicos y escalonados, la línea aérea Air France y la marca cubana de ron Havana Club, ambas en una reñida disputa por ocupar un lugar, con anuncios publicitarios, en cada programa de ese evento…
La iniciativa de ser patrocinadores de uno de los festivales danzarios más prestigiosos del mundo es acogida con beneplácito por organizadores y público en general… Pero en términos de mensajes y maneras de concebir la publicidad, aclaro es mi punto de vista, deja entredicho un sinnúmero de significados, en muchos casos imperceptibles por quienes consumen un arte cargado de delicadeza y mesura.
Las marcas danzan a ritmos de movimientos sexistas. Se unen en un gran pas de deux al dorso de la cubierta del programa. La aerolínea apuesta por su nueva campaña “Francia está en el aire”, que solo recrea en sus imágenes a mujeres. Para la española Nuria Carbo, destacan atributos como “
la exuberancia y el colorido, los iconos históricos y culturales o el carácter divertido, glamuroso y hedonista que atribuimos a los franceses”.
Sin embargo, lo que no advierten comunicadores, publicistas o especialistas en marketing es su carácter sexista. Y es aquí donde se abren las cortinas: las mujeres aparecen como mimesis de algunos de sus más importantes destinos. El sexismo cuya tendencia es la asignación de valores, capacidades y roles diferentes a hombres y mujeres, exclusivamente en función de su sexo, desvaloriza en este caso particular su imagen.

¿Qué hay detrás del abanico?

Muchas respuestas se generan así como creativa pueda ser su imaginación. Mujeres vuelven al cartel minimizadas a los cánones que la propia publicidad preestablece con respecto a la estética del cuerpo. Reducidas a objeto que cualquier ojo masculino contemplará sin vacilación. Y me cuestiono de manera reiterada si es que acaso son los hombres únicos consumidores de ese producto.

Particularmente este que se ha elegido como contraportada recrea a una joven cubierta por un abanico de plumas que sugiere el encuentro con algunos de los más importantes destinos de la aerolínea. En la provocativa incógnita que le obliga a seguir más allá de las plumas recae el descuido. Lugar en el que confluyen deseos, lujuria o el desnudo cuerpo que cualquier ojo será capaz de completar gracias a la concepción gestáltica de la imagen corporativa. Finalmente aparece la capital francesa, muy próxima a su sexo y como símbolo, quizás, de la época dorada del Moulin Rouge.
¿Cómo poner de acuerdo a cinco maestros roneros?
Al otro extremo compite la marca
Havana Club con su bebida Selección de Maestros. Se vale de la interrogante para resaltar experiencia y sabiduría de un arte tradicionalmente ejercido por hombres y en el que la inserción femenina no ha gozado de éxito. Una profesión en la que estas han sido segregadas por su rol de género. Una categoría que en Cuba ostentan siete hombres y son aspirantes a ella solo tres mujeres.
Y termina el movimiento, como una coda, en la que cada sexo habrá aprehendido bien su rol. En el que mujeres y hombres tendrán bien definidas sus funciones, no solo en el arte de la danza sino también en el de la publicidad; que les colocará, no siempre en el lugar preciso y justo, sino en el más vendible, el vulnerable y estereotipado, en aquel en el que a dos pasos los hará sabios por un lado y mundanas por el otro.