Maritza Tomlinson Baugh no fue de
esas niñas que aprendió a poner un cuadro o acomodar bien los espacios
de la casa por un mandato del patriarcado o por un rol falsamente
asignado a las mujeres. Encontrar el lugar exacto para cada objeto y
visualizar cómo moverlo dentro de un área fue el don con que nació y
que, años más tarde, devino su pasión por la decoración.
Graduada de Artes Escénicas en el Instituto Superior de
Arte, estudió exhaustivamente la escena teatral. Sin embargo, en 1995,
víctima de un peritaje médico, se vio obligada a retirarse del mundo de
las tablas. En ese entonces, sin dejar de lado los conocimientos
adquiridos, los sueños y las pasiones, se adentró en el universo de los
hogares para decorar con su estilo cada rincón.
“Comencé de manera muy ingenua, pero poco a poco me fui
haciendo imprescindible para algunas personas y amistades que buscaban
mis criterios y opiniones. Eso hizo que empezara a profesionalizarme”,
confiesa. De boca en boca, su trabajo llega a los lugares más inhóspitos
y hoy cuenta con un equipo que ejecuta proyectos en viviendas y otras
instalaciones.
Esta emprendedora revela que el arte de decorar consiste
en poner en orden o mover armónicamente los elementos, para tener como
resultado un ambiente atractivo y bello. En su quehacer, adora hacer
cuartos porque le encanta ver las camas llenas de cojines y almohadas, o
vestir con cortinas aquellos ventanales donde la madera o el hierro
pueden resultar agresivos a la vista.
En esa actividad encuentra no pocos tropiezos relacionados,
principalmente, con las posibilidades económicas de quienes la
contratan. Declara que, en ocasiones, la clientela quiere hacer muchas
cosas pero no siempre cuenta con el dinero suficiente. Sin embargo, hay
quienes tienen objetos maravillosos e incluso valiosísimos pero están
muy mal ubicados y cuando se reorganizan la inversión es mínima.
“La decoración es una
profesión de lujo en cualquier lugar del mundo. En nuestro país el
escenario se hace más complejo, pues confluyen necesidad, gusto y deseo
y, en ocasiones, los deseos son más grandes que las posibilidades.
Sin embargo, a pesar de las limitaciones, se ajustan las economías
individuales para lograr un pedacito del hogar medianamente disfrutable.
Hay quienes prefieren reducir presupuesto en necesidades vitales como
vestir y comer, para tener una cama, un cuadro bonito o un cojín. Por lo
general, la gente piensa que se necesitan muchos recursos, pero el
cambio no necesariamente tiene que ver con la economía, sino con la
disposición de los objetos”, detalla.
El desconocimiento de este tipo de actividad caracteriza a la empresa
de decoraciones en Cuba, además de que la carencia de materias primas
dificulta que exista una mayor diversidad de productos.
A esos retos se enfrenta diariamente esta emprendedora, a quien la
ausencia de algún insumo le impone nuevos desafíos creativos. Para ella,
las restricciones del mercado no significan el fin o la imposibilidad
de realizar un trabajo.
Nuevas tendencias
Frente
a la fuerte tendencia minimalista que hoy se reproduce en muchas casas o
ambientes de trabajo, ella se siente totalmente caribeña y defiende esa
cultura a ultranza. La inclinación a reducir lo esencial, las
estructuras organizadas solo con elementos imprescindibles y la
utilización de blancos y negros caracteriza el minimalismo en cuanto a
interiores se refiere.
Tomlinson Baugh explica la importancia de complacer al cliente pero, de
la misma manera que satisface sus necesidades, reconoce que nuestra
gente es temperamental, vibrante y nuestra cultura está llena de colores
y movimientos.
De allí que se sienta identificada con un estilo que se acerca más al
Caribe. Comenta que la combinación del negro y el blanco es hermosa,
pero siempre es preciso añadir un color que acentúe y rompa con la
tranquilidad de esa mezcla que, en el caso del interiorismo, puede ser
con cualquier otro accesorio.
“El minimalismo resulta económico, pero siento a veces que somos
extremistas. En algunos espacios vamos a la nada y me pregunto cómo se
siente una persona en tales condiciones. Es como estar aislado. No
quiere decir que no lo entienda o que no lo pueda poner en práctica,
pero yo soy todo lo contrario”, indica.
¿Arte de mujeres?
Cuando se habla de la decoración de interiores, se asocia en el
imaginario social como un empleo exclusivamente femenino. Tomlinson
Baugh considera que los presupuestos que sustentan esa idea están
relacionados con los roles que tradicionalmente desempeñan las mujeres
dentro del hogar. Son ellas las que generalmente realizan los cambios,
arreglos y se responsabilizan con la organización de la casa, y esa es
la razón por la que se crean estigmas y estereotipos.
En contra de cualquier mandato que asocie únicamente a la mujer con
este arte, Maritza reconoce la presencia de hombres en este oficio e
incluso señala que, en una sociedad donde predomina la cultura machista,
ha llegado a lugares en los que ellos sugieren las ideas o ponen el
punto final a la decoración.
Dirigir con estilo
A cargo de un grupo de hombres que
forman su equipo considera que, en el también arte de dirigir, han sido
importantes la disciplina y el respeto, cualidades que forman parte de
su herencia familiar.
“Ser disciplinada y organizada me permite llegar a la calidad que
quiero como resultado de mi labor y mi equipo tiene bien claro eso.
Trabajo con un grupo de profesionales con la suficiente experiencia para
ejecutar un proyecto que quede bien, pues soy del criterio de que el
cliente no puede descubrir que algo está mal. Ese es mi principio y como
ellos lo conocen y hay respeto mutuo, todo fluye bien”, apunta.
Estar siempre en la posición del consumidor final y velar porque el
producto tenga las condiciones óptimas es otro de sus preceptos. En su
faena vela porque todos queden satisfechos y que con el paso del tiempo
cada elemento decorativo preserve la calidad.
Futuro prominente
El escenario económico que hoy caracteriza a la isla
demuestra la capacidad de emprender y crear que tienen las cubanas. “El
futuro de este oficio, igual que el de cualquier otro, será prominente
en la medida que respetamos a los demás más allá de beneficios
económicos. En el camino se enfrentan
muchos retos, no siempre agradables o con resultados positivos, pero hay que seguir”, destaca.
Pese a las adversidades y la inexistencia de un mercado
mayorista que permita a cuentapropistas adquirir las materias primas,
todos los insumos que emplea en su trabajo los adquiere en el mercado
nacional, aunque parezca ficción. Su genialidad está en utilizar objetos
que se suelen desechar y convertirlos en grandes obras, como un
reciente cuadro que confeccionó con alambres encontrados en un basurero.
El día que abandonó el mundo teatral para adentrarse en
los espacios vitales de cada persona a la que ha prestado sus servicios,
Maritza Tomlinson Baugh no imaginó cuánta satisfacción traería a su
vida este emprendimiento que llena de color y alegría una casa. El
deleite de que sus clientes llamen otra vez, ver sus cortinas o cojines
cuando ha pasado el tiempo, encontrar intactas las habitaciones que una
vez vistió o hacer amigos por doquier son las motivaciones que le
impulsan a continuar.
Cambiar los espacios y mover los objetos seguirá siendo el regalo con el
que vino al mundo, el don con el que también otros aprenderán a mirar,
sentir y amar sus hogares de forma diferente.